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El Diputado
Davis viaja a Cuba
A
continuación ofrecemos un artículo de opinión (Español) que escribió
el Congresista Jim Davis sobre su reciente viaje a Cuba.
Se publicaron versiones editadas de este artículo en la edición
del 23/3/03 del The Tampa Tribune y en la edición del 24/3/04 del The
Miami Herald. Haga
clic aquí para ver fotografías del viaje. A sólo 90
millas de las playas de Florida se encuentra un país con el cual la
historia, la cultura, la economía y el pueblo de los Estados Unidos están
profundamente interrelacionados; sin embargo, las relaciones diplomáticas
de nuestras naciones siguen interrumpidas. Hace más de 40
años que los Estados Unidos mantienen un bloqueo económico contra Cuba
en un intento de presionar al gobierno comunista de Fidel Castro para
que restablezca la democracia y le reconozca sus derechos básicos al
pueblo cubano. Si bien en el
pasado voté a favor del mantenimiento del bloqueo, considero que el
Congreso debe buscar nuevas alternativas que sustituyan esa medida y
encontrar los medios para que los Estados Unidos y Cuba puedan mantener
una relación más positiva que redunde en el beneficio mutuo de nuestra
gente. Para formar
parte de la solución, hace poco viajé a Cuba y recorrí el país
durante cinco días. Viajé
con el Congresista Jim Kolbe (R-AZ), Presidente del Subcomité de
Asignaciones de Fondos de Operaciones Extranjeras de la Cámara Baja, y
miembros del Diálogo Interamericano. Me reuní con funcionarios del
gobierno cubano, dirigentes de comunidades religiosas y de derechos
humanos, analistas económicos y responsables de formular políticas y
con los ciudadanos cubanos comunes, a fin de conocer más adecuadamente
la realidad económica, política y social de Cuba. Gracias a esta experiencia estoy más decidido que nunca a ayudar a mejorar las relaciones de los Estados Unidos con el pueblo cubano. Los ciudadanos cubanos que conocí se parecen mucho a los cubanoamericanos de la Florida: extraordinariamente talentosos, muy cultos y emprendedores. Lamentablemente, los ciudadanos de Cuba están atrapados en un régimen represivo que les impide aprovechar sus talentos para mejorar su propia calidad de vida y la de sus familias. De hecho, Cuba es un país de grandes contradicciones y de un potencial ilimitado. Cuba tiene uno de los índices de alfabetismo más altos del hemisferio occidental; con todo, los ingresos promedio de una persona son de US$12 por mes. El gobierno cubano le brinda a su pueblo atención médica universal; sin embargo, muchos hospitales no cuentan con suministros médicos básicos como guantes quirúrgicos. Si bien se estableció una red de seguridad mínima y se introdujeron algunas reformas económicas durante la última década, la mayoría de los cubanos vive en la pobreza. La mayor parte de los hogares que visitamos apenas tienen un techo y logran satisfacer solo las necesidades más elementales. Con pocas excepciones, todo aquel que tiene un empleo trabaja para el gobierno a sueldos muy bajos y tiene prohibido trabajar en otro lado para complementar sus ingresos. Además, el
peso cubano está tan devaluado que los ciudadanos cubanos que ganan
solo en pesos se encuentran en una situación de extrema desventaja en
comparación con los que ganan propinas en dólares estadounidenses. En
consecuencia, los profesionales como los médicos y maestros ganan muchísimo
menos que los taxistas, los barman y los vendedores ilegales. Esta
situación no hace más que aumentar la frustración del pueblo cubano. En el año 1993, el gobierno cubano legalizó el trabajo independiente de 150 ocupaciones. Vimos algunos ciudadanos cubanos vendiendo productos en mercados abiertos y comimos en uno de varios “paladares” (restaurantes privados instalados en casas particulares). Lamentablemente, estas pocas y preciadas actividades económicas deben afrontar la enorme carga impositiva que les fijó el gobierno. El control de
casi todas las oportunidades de empleo le permite al gobierno cubano
controlar a los disidentes. Afortunadamente, algunos cubanos tienen el
increíble coraje de alzar sus voces en nombre de la libertad. Fuimos a la
casa de Osvaldo Payá, dirigente del Proyecto Varela, para hablar con él
y su esposa sobre sus esfuerzos para potenciar y fortalecer a la gente
de Cuba. El Sr. Payá y quienes apoyan el proyecto reunieron 20.000
firmas en una petición por la cual se le solicita al gobierno que les
reconozcan los derechos básicos a los ciudadanos cubanos, entre ellos,
el derecho a ejercer una industria, a hablar públicamente contra las
políticas gubernamentales y a postularse para cargos públicos fuera
del partido comunista. También
tratamos de visitar, aunque sin éxito, al Dr. Oscar Elias Biscet, que
hace poco fue encarcelado por reunirse con otros para discutir sobre su
oposición al gobierno. Su esposa, con quien, en efecto, nos reunimos,
nos dijo que la atención que presten los Estados Unidos a la situación
apremiante de su esposo lo inspiraría a él y a otros a seguir luchando
por sus libertades básicas. Sólo los cubanos pueden sembrar las semillas del cambio en Cuba, pero nosotros podemos ayudar a que esos esfuerzos den sus frutos. El Congreso puede y debe apoyar los esfuerzos de reforma. Invito a mis colegas, que piensan viajar a Cuba, a visitar al Sr. Payá y al Dr. Biscet, además de reunirse con los funcionarios del gobierno. Durante mi reunión con Ricardo Alarcón, Presidente de la Asamblea Nacional de Cuba, le pedí al gobierno que apoyara las libertades básicas que estos reformadores solicitan y expresé mi indignación por las detenciones recientes de personas que apoyan el proyecto Varela. También le dije al Sr. Alarcón que esperaba que comenzáramos un diálogo constructivo y sincero entre nuestros gobiernos para el bien común de cubanos y estadounidenses. Así como propuse buscar los medios para construir una nueva relación entre nuestras naciones, también hice hincapié en que para lograr esta meta, Cuba debe hacer cambios para ofrecer a su pueblo una mejor calidad de vida. Ahora de nuevo en mi país, pienso examinar por qué la excepción de suministros médicos al bloqueo económico no está funcionando. Durante nuestra visita al Hospital Universitario “Faustino Pérez” en Matanzas, los médicos nos contaron sobre las carencias extremas de suministros médicos básicos y medicamentos por receta. Trabajaré con mis colegas en el Congreso y otros para que los cubanos puedan comprar los suministros y medicamentos que tan desesperadamente necesitan. Cuba y los
Estados Unidos comparten numerosísimos vínculos. Más allá de
nuestras diferencias, existen muchas áreas en las que podemos trabajar
juntos a favor de los cubanos y los estadounidenses. También es importante que quienes han esgrimido posturas opuestas al bloqueo aprendan a trabajar juntos. El Congreso solo puede hacer una parte; los que trabajamos para ayudar a los ciudadanos cubanos debemos encontrar bases comunes. Seguiré trabajando con las personas que tienen opiniones diferentes sobre estos temas procurando buscar nuevas formas de mejorar la calidad de vida de los cubanos. Espero que mi
viaje sirva de base para lograr un mayor diálogo entre los gobiernos
cubano y estadounidense, y una mejor relación entre nuestras naciones.
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